Biografía Manuel González Prada Resumen


GONZÁLEZ PRADA (Lima, 1848-1918)

El apóstol de la muerte “,” El sibarita ”

– Nació en una familia católica, aristocrática y conservadora.

– Ingresos a Universidad Más alto de San Marcos, a la Facultad de Letras y luego a la Facultad de Ciencias.

– Representa el modelo de escritor preocupado por la reconstrucción del Perú.

– Organizó y presidió en 1887 “El círculo literario” que luego se convertiría en el partido político “La Unión Nacional”.

– Es considerado: “El jefe del realismo peruano”, “El máximo exponente del realismo peruano”. Se le distingue como uno de “los mejores ensayistas del Perú” y como poeta lírico se le describe como “El precursor del Modernismo peruano”.

– Ilustre orador que en cada una de sus intervenciones en el Ateneo, en el Politeama y en el Olimpo, analizó y criticó nuestra realidad del momento, buscando la regeneración moral y el compromiso con la demanda nacional.

– En 1912 sucedió a Ricardo Palma en la dirección de la Biblioteca Nacional, cargo al que dimitiría en 1914.

– Murió en 1918 de una afección cardíaca.

OBRAS DE TEATRO:

– Ensayos:

“Páginas libres”, “Horas de lucha”, “Bajo el reproche”, “Anarquía”, Nuevas páginas libres “,” Fuguras y figuritas “,” Propaganda y ataque “.

– poemas: “Minúscula”, “Presbiteriana”, “Exótica”, “Piezas de la vida”, “Baladas peruanas”, “Grafitos”, “Libertarias”, “Poemas seleccionados” (antología).

DISCURSO EN EL POLITEAMA

Señores:
Los que traspasan el umbral de la vida se reúnen hoy para dar una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que estamos presenciando tiene mucho patriotismo y algo de ironía: el niño quiere rescatar con oro lo que el hombre no pudo defender con hierro.

Los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta es siempre acusadora y juez de la generación que desciende. De aquí, de estos alegres y bulliciosos grupos, saldrá el pensador austero y taciturno; de ahí el poeta que golpea las estrofas del acero templado; de ahí, historiador que marca la frente del culpable con un sello de indeleble ignominia.

Hijos, sean hombres, madruguen, porque ninguna generación recibió una herencia más triste, porque ninguna tenía deberes más sagrados que cumplir, errores más graves que subsanar, o venganzas más justas que satisfacer.

En la orgía de la era independiente, sus antepasados ​​bebieron el vino fortificado y dejaron las heces. Siendo superior a nuestros padres, tendrás derecho a escribir el epitafio vergonzoso de una generación que se va, manchada con la guerra civil de medio siglo, con la quiebra fraudulenta y con la mutilación del territorio nacional.

Si en este momento fuera apropiado recordar la vergüenza y renovar el dolor, no acusaríamos a unos ni excusaríamos a otros. ¿Quién puede lanzar la primera piedra?

La mano brutal de Chile nos desgarró la carne y aplastó nuestros huesos; pero los verdaderos vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia y nuestro espíritu de servidumbre.

III

Si la ignorancia de los gobernantes y la servidumbre de los gobernados fueron nuestros vencedores, vayamos a La ciencia, ese redentor que nos enseña a suavizar la tiranía de naturalezaadoremos libertad, esa madre engendradora de hombres fuertes.

No hablo, señores, de la ciencia momificada que se reduce a polvo en nuestros universales retrógrados. Hablo de La ciencia fortalecido con la sangre del siglo, de La ciencia con ideas de radio gigantesca, de La ciencia que trasciende la juventud y sabe a miel de los panales griegos, de La ciencia positivo que en sólo un siglo de aplicaciones industriales produjeron más bienes en La Humanidad que milenios enteros de Teología y Metafísica.

Les hablo, señores, de libertad para todos, y especialmente para los más desamparados. Los grupos de criollos y extranjeros que habitan la franja de tierra entre el Pacífico y los Andes no forman el verdadero Perú; la nación está formada por multitudes de indios esparcidos a lo largo del lado oriental de la cordillera. Desde hace trescientos años, el indio se arrastra en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro y sin las virtudes del europeo: incluso enséñele a leer y escribir, y verá si en un cuarto de un siglo se levantará o no. la dignidad del hombre. Depende de ustedes, maestros de escuela, galvanizar una raza que se está quedando dormida bajo la brutal tiranía de los indios.


Cuando tengamos un pueblo sin espíritu de servidumbre, y políticos en pleno siglo, recuperaremos Arica y Tacna, y entonces y solo entonces marcharemos por Iquique y Tarapacá, daremos el golpe decisivo, primero y último.

Para ese gran día, que finalmente llegará porque el futuro nos debe una victoria, confiaremos solo en la luz de nuestro cerebro y en la fuerza de nuestros brazos. Atrás quedaron los tiempos en que solo el coraje decidía la lucha: hoy la guerra es un problema, La ciencia resuelve la ecuación. Abandonaremos el romanticismo internacional y la creencia en la ayuda sobrehumana: la tierra los vencidos pueden ser escalados, y el cielo no tiene rayos para el verdugo.

En este trabajo de reconstitución y venganza no contamos con los hombres del pasado; los troncos viejos y podridos ya producían sus flores de olor deletéreo y sus frutos de sabor amargo. Dejemos que los árboles nuevos den nuevas flores y frutos nuevos ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a trabajar!