Biografía de ANTONIO MACHADO


(1875-1939). Antonio Machado y Ruiz nació en Sevilla (España) el 26 de julio de 1875, hijo de Ana Ruiz Hernández y Antonio Machado Álvarez, quien ejercía de administrador de la casa Alba y se dedicó al estudio del folclore andaluz e incluso gallego.

Su familia, progresista y liberal, se trasladó a Madrid cuando Machado tenía ocho años por el nombramiento de su abuelo paterno como profesor en la Universidad Central.

En la capital de España, Antonio estudió en la Institución Libre de Enseñanza. Estos estudios tuvieron que ser interrumpidos en varias ocasiones debido a la muerte de su padre en 1893 y diversos problemas económicos sufridos por su familia.

En 1899 se trasladó a París, donde trabajó como traductor para Editorial Garnier.

En la ciudad francesa conoció al poeta Rubén Darío, autor que influyó en parte de su obra.

A finales y principios de siglo Antonio Machado escribe sus primeros textos en revistas como “La Caricatura” o “Electra”.

Posteriormente residió en la ciudad de Soria, ocupando el cargo de profesor de francés en un instituto.

En 1909 conoció y contrajo matrimonio con la joven Leonor Izquierdo, hija de Ceferino Izquierdo e Isabel Cuevas, propietarias de la pensión donde residía.

Leonor murió de tuberculosis en 1912, dejando desolado al escritor, que abandonó Soria ese mismo año. Antes de la muerte de Leonor apareció “Campos De Castilla” (1912), un libro ampliado con nuevos poemas en próximas ediciones.

Poco después, comenzó a dar clases en Baeza y más tarde en Segovia, alternando su docencia con encuentros familiares y literarios en Madrid, siendo nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua en 1927. Un año después, inició una historia de amor con una mujer casada. mujer. llamada Pilar Valderrrama, a la que el poeta denomina “Guiomar” en sus versos.

A diferencia de su hermano Manuel, Antonio apoyó al bando republicano, lo que le obligó a abandonar España tras el levantamiento del ejército franquista que provocó la Guerra Civil, exiliéndose en Francia.

Antonio Machado, hombre culto, humilde y solitario, murió en la localidad gala de Collioure el 22 de febrero de 1939. Tenía 64 años.

Perteneció a la llamada Generación del 98 y utilizó varios alter ego, como Juan de Mairena y Abel Martín. Sus poemarios más importantes, llenos de lirismo y evocación, son “Soledades” (1903), ligado al modernismo de Darío, y “Campos de Castilla” (1912), retrato magistral del paisaje castellano y melancólico recuerdo emotivo de su perdida. esposa. .

Junto a su hermano Manuel escribió diversas obras de teatro, como “Desdichas De La Fortuna” (1926), “Julianillo Varcálcel” (1927), “Las Adelfas” (1928), “Lola Se Va a Los Puertos” (1929), “La Prima Fernanda” (1931) o “La Duquesa De Benamejí” (1931).

Citas de Machado, Antonio. Coraje, muerte …

– Hay dos clases de hombres, los que viven hablando de virtudes y los que se limitan a tenerlas.

– Es típico de los hombres de cabeza mediana atacar todo lo que no les cabe en la cabeza.

– Dada la posibilidad de elegir entre la verdad y el placer de buscarla, optaríamos por lo último.

– Huye de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca pierda el contacto con el suelo; porque solo entonces tendrás una idea aproximada de tu altura.

– Todo tonto confunde valor y precio.

– Dicen que un hombre no es un hombre hasta que oye su nombre de labios de mujer.

– En España, de cada diez cabezas, nueve atacan y una piensa.

– Todo eso se ignora, se desprecia.

– La muerte es algo a lo que no debemos temer porque, mientras seamos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no.

– Ayúdame a entender lo que estoy diciendo y te lo explicaré.

– Caminante, no hay camino, el camino se hace caminando.

– Hablo con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera poder hablar con Dios algún día.

– Por mucho que valga un hombre, nunca tendrá un valor más alto que el de ser un hombre.

– Los que siempre están de vuelta de todo, son los que no han ido a ningún lado.

– Presta atención: un corazón solitario no es un corazón.

– La ausencia de vicios aporta muy poco a la virtud.